La Ley de la Mirada y Cómo Usarla en tus Retratos

Artículo publicado en DZOOM el 16-2-2022:

Cuando hacemos un retrato (sea éste de una persona o un animal), los ojos son el elemento que más importancia suele adquirir, así que es realmente importante saber cómo deberíamos tratarlos en nuestra fotografía para poder sacar el máximo provecho de su expresividad.

Para ello contamos con una regla de composición básica: la ley de la mirada. Pero hay también otras consideraciones que, de tenerlas claras, nos ayudarán enormemente a la hora de mejorar en nuestros retratos.

¿Qué Es la Ley/Regla de la Mirada?

La ley de la mirada es una de las principales reglas de composición fotográfica y consiste, simplemente, en respetar la dirección en la que el modelo de nuestro retrato mira. Es decir, en otras palabras, que a la hora de encuadrar un retrato, deberíamos dejar más espacio por delante del sujeto que por detrás de éste, independientemente de lo amplio o estrecho que sea el encuadre general o del resto de elementos que acompañen a nuestro sujeto en la imagen.

Si queremos respetar la regla de la mirada, deberemos dejar espacio para que el sujeto «mire». Aunque este espacio, aparentemente, esté vacío de significado (sea porque no hay ningún elemento en él o porque los elementos de aquella zona de la imagen se encuentran desenfocados).

¿Qué se consigue haciendo esto? Se consigue darle fuerza expresiva al personaje que aparece en nuestra imagen. Respetando su mirada conseguiremos dotar de interés la acción que hace el protagonista, la acción de mirar. Si respetamos esta básica regla de composición, llamaremos la atención de todo aquel que vea la imagen sobre qué es lo que el sujeto está mirando y, si la composición de nuestra fotografía está bien realizada, conseguiremos que el espectador de la imagen siga ese espacio, en busca de lo que está mirando el personaje de la imagen, aunque esto no aparezca en la fotografía.

¿Cómo y Cuándo Romper Esta Regla?

Ya sabemos que las reglas de composición, en realidad, no son reglas. Son más bien directrices que nos ayudarán a conseguir composiciones agradables al ojo humano. Si embargo, debemos tener claro que cada fotografía es única y que, por lo tanto, unas reglas generales no funcionarán en todos los casos.

Aunque es probable que en la gran mayoría de las imágenes que realicemos siguiendo estas normas el resultado sea una fotografía con una composición correcta, puede darse el caso de que el hecho de seguir ciegamente una regla de composición nos dé como resultado una imagen poco expresiva. Por esta razón, es importante tener el criterio propio lo suficientemente desarrollado como para saber cuándo es mejor romper una regla de composición para conseguir una imagen mejor. Como estamos hablando de la mirada en los retratos, estos son dos ejemplos de situaciones en los que podría interesarte romper con la regla de la mirada:

  • Cuando no quieras que el sujeto mire algo. Si dejas más espacio por la zona trasera de tu sujeto, dará la sensación de que éste está dándole la espalda a algo, de que está rechazando algo, de que se está alejando o huyendo. Si necesitas transmitir estos sentimientos en una fotografía, el hecho de romper la regla de la mirada podría ayudarte.
  • Cuando quieras que el espectador de la fotografía esté incómodo, sea por la razón que sea. El recorrido natural que seguirían los ojos de una persona que viera un retrato sería, como ya hemos visto, seguir la mirada del retratado. Si cortas este movimiento, puedes llegar a causar un desconcierto en el espectador. Así que si eso es lo que quieres conseguir con tus imágenes, de nuevo, romper con la regla de la mirada puede ayudarte.

¿Qué Pasa si el Sujeto Mira Directamente a Cámara?

Hasta ahora hemos hablado de cómo tratar las miradas cuando debemos trabajar con ellas en alguna fotografía pero ¿somos conscientes de las repercusiones que una mirada tiene en la imagen en función de como sea? Vamos a poder un ejemplo: cuando un retratado mira directamente a cámara.

Cuando esto ocurre, lo que pasa es que la persona que hace la fotografía (el fotógrafo) se hace evidente a ojos de aquel que mire la imagen. Cuando alguien te mira directamente desde una imagen, no ves la fotografía sin más. Sabes (y no puedes huir de ello) que retratado y retratista se miraron durante un momento. No fue un robado, no es una relación inventada. A la hora de tomar aquella imagen, ambas personas estuvieron de acuerdo.

Pero no es sólo eso, cuando un fotógrafo incluye dentro de una fotografía un retrato de alguien que mira directamente a cámara, en el resultado final, en la imagen resultante del proceso (sea éste digital o químico), se estará relacionando, directamente, con la persona que vaya a ver esa imagen. ¿Cómo? Dejándole que se ponga en su lugar. Si observas una imagen en la que alguien mira a cámara, te mirará, también, a ti. Podríamos decir que dejarás de ser un agente externo de la escena para pasar a formar parte de ella.

Si lo que queremos conseguir con una imagen es que el espectador se comporte como alguien ajeno, como alguien que sólo observa o, incluso, como alguien que espía; deberemos evitar las miradas directas a cámara porque una mirada directa a cámara es como decirle a aquel que ve la foto «hola, sé que me estás viendo, yo también te estoy viendo a ti«.

¿Qué Pasa si el Sujeto Mira Algo Dentro del Cuadro?

Es otro de los ejemplos sobre las consecuencias que tiene la mirada en una fotografía: qué consecuencias hay si el sujeto mira algo que se encuentra dentro del encuadre? A estas alturas ya sabemos que cuando en una fotografía vemos a alguien mirando algo, nuestros ojos perseguirán ese algo para descubrir qué es. Si no se encuentra dentro de la imagen, el ojo del espectador quedará, simplemente, vagando en el espacio.La fotografía será como un libro con final abierto: es trabajo del lector de la imagen imaginar qué es lo que el sujeto mira y por qué ha llamado la atención del protagonista.

Sin embargo, si colocamos aquello que el sujeto está viendo dentro del encuadre, estaremos contando la historia completa (esto puede llevar a hacerle perder interés a la fotografía en sí) y no sólo eso, sino que estaremos generando una fuerte conexión entre el sujeto y el elemento en cuestión que tendrá muchísimo peso dentro de la composición de la imagen: los ojos de aquel que vea la imagen se moverán alternadamente entre el sujeto que mira y el elemento mirado. Si conseguimos una buena composición de este estilo, podemos conseguir que el ojo de espectador de la fotografía recorra toda la imagen para conectar ambos elementos (mirador y mirado).

La Mirada No Siempre Implica Ojos

Hemos empezado el artículo hablando de la importancia de los ojos en un retrato para, después, pasar a hablar únicamente de la mirada. Así pues, parece evidente que hemos dado por supuesto que una mirada en una fotografía siempre implicará unos ojos en la imagen.

Pero esto no es así en absoluto: una persona de espaldas (que no nos muestre sus ojos) también puede tener una mirada pero es que, además de los humanos y los animales, hay muchísimos elementos que también tienen su propia mirada.

En general, siempre que podamos diferenciar entre la parte de delante y la de atrás de un objeto inanimado, podremos dotarle, también, de mirada. Es una manera muy fácil de dotar de «personalidad» o de «vida» a un objeto inanimado: tratándolo como si de un humano se tratara. Así que, a partir de ahora, cuando vayas a hacerle una fotografía a, por ejemplo, una flor, pregúntate antes hacia dónde mira y qué quieres transmitir con la foto para poder decidir, así, qué hacer con la mirada dentro de la composición.

Seguro que Tienes Alguna Imagen Interesante que Enseñarnos

Seguro que has hecho algún retrato o captado alguna mirada de la que estás especialmente orgulloso. ¿Nos la dejas en un comentario?

 

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